domingo, 28 de octubre de 2007

Curso de etiqueta para viajar en bondi

En Argentina, estamos a ocho horas de las elecciones en las que investiremos con el honor y orgullo que corresponde a los mandatarios para dirigir los destinos de nuestra Nación. Hoy, elegiremos dignos representantes que comandarán nuestro brillante barco hacia un viaje más exitoso que el que hemos transitado en los últimos cuatro años. Si, hermanos argentinos, es posible mejorar, aunque parezca que hemos llegado a nuestra frontera. Los argentinos siempre vemos más allá de nuestras cacerolas.
Por esta razón, en la víspera de tan emocionante evento, voy a escribir sobre la cuenta pendiente que deja nuestro querido gobierno. Cristina K. lo sabe, porque ella conoce lo que queda por hacer. Sin embargo, es menester publicarlo por si sucede lo imposible, la derrota de la Señora K. Además, es un servicio para toda la comunidad que, tan tranquila por conocer la victoria anticipada de la primera dama, desconoce lo que aún queda por hacer.
Curso de etiqueta para viajar en bondi
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Primera lección
Los granbonaerenses honestos y responsables no solemos viajar en auto. Conocemos el congestionamiento actual de las calles del GBA y es para nosotros un principio vital no empeorarlo. Por lo tanto (y porque somos personas amistosas) viajamos en el muy querido colectivo, en bondi. Somos personas conscientes de que es nuestro deber cuidar el medio ambiente de la emanación de gases contaminantes y, para qué negarlo, es un ritual bien argentino reunirse en un espacio público para compartir anécdotas y, quién sabe, quizás conocer al próximo amor de nuestras vidas mientras recorremos las calles de mi Buenos Aires querido a bordo de estos pintorescos vehículos.
Pero, a no dejarse engañar, no todo el que viaja en ellos posee esta actitud. Muchos porque no conocen las reglas, algunos otros, simplemente, son cuasipersonas (gente pobre) que no tienen la capacidad de mantener un viaje civilizado. Para todos ellos, sale este pequeño curso. Bueno, no para todos, para los que mencioné primero.
  1. La fila (parte A): Cómo se hace la fila determina el resto del viaje. Los postes que indican los números de colectivos que paran en el lugar facilitan la comprensión de las reglas básicas. El primero en llegar se para delante, junto o detrás de él. Los que están más cansados, se sostienen en él con su cuerpo. No es algo muy agradable de ver, pero denota que el individuo en cuestión es un trabajador y merece nuestro respeto. No sucede lo mismo a las entre las 4 y las 8 de la mañana de un sábado o domingo. Probablemente, se trate de un borracho y lo mejor es mantenerse alejado por la probabilidad de ser alcanzado por un vómito no previsto. En el resto de los horarios, la distancia apropiada entre pasajeros es de un mínimo de 30 centímetros. Si le cuesta calcular a ojo, proyecte su antebrazo hacia a persona delante suyo con el codo flexionado: no debe tocar al de adelante. Tampoco es correcto esperar a más de un metro, se corre el peligro de que algún advenedizo se coloque entre medio de usted y la persona anterior con la consecuente pérdida de su puesto en la fila. No es recomendable increpar al colado, quizás sea una persona pobre y, como es de público conocimiento, suelen luchar por todo y argumentar que lo va a denunciar ante el INADI por su posición de clase. Símplemente, cállese y aprenda para la próxima ocasión. No fomentamos estúpidos.
  2. La fila (parte B): Existen paradas señalizadas con refugios, una especie de casitas que, teóricamente, protegen del frío, viento y lluvia. No lo hacen, no se deje engañar. Aquí, el comportamiento esperado es: A) Si llega primero, ubíquese del medio hacia adelante, teniendo en cuenta que adelante representa la zona más cercana a la dirección desde donde viene el transporte. De esta manera, se evitará que las personas que lleguen después tengan que adivinar el orden de espera. B) Si llega y hay gente esperando, ruegue que haya una pseudo fila para no tener que adivinar donde pararse. Si no nota una lógica aparente, métase donde pueda. Usted no es responsable de la falta de previsión de los demás. Si alguno lo increpa, mírelo en forma displicente y acote: "Es que acá está todo tan mal organizado" y ubíquese donde se le indica. Esta actitud evitará que lo confundan con un pobre.
  3. La fila (parte C): Hay paradas que no tienen señaléctica alguna, para estos casos, rige el uso y la costumbre. Normalmente, los aldeanos conocen los lugares en los que los colectivos se detienen y comienzan la fila desde allí. Sígalos sin chistar. Si usted es un local, siempre ubíquese en el punto imaginario específico donde comienza normalmente la fila. No en el medio, ni a un costado, ni apoyado contra la pared del negocio amigo. Evitará muchos problemas y, quizás, comenzará una relación fraterna con el resto de sus compañeros de espera quienes lo admirarán por su actitud solemne. Muchas veces, uno comparte este espacio todas las mañanas con las mismas personas y, dependiendo del cumplimiento o no de la grilla de las líneas, quizá comparta más tiempo con ellos que en el desayuno con su familia. ¿Por qué no trata de fomentar estos vínculos haciendo comentarios al paso? Anímese. Alabe el día o a los señores K, siempre es un tema ameno de conversación. Pruébelo y después me cuenta.
  4. Algunas consideraciones finales sobre la fila: Es de mal gusto (y de vago) preguntar qué colectivos se detienen en la parada cuando existe un palo o un refugio, normalmente señalizados como es debido. No pregunte: "¿El 105 para acá?" en la parada de Parque Centenario cuando hay un sticker azul con el número deseado justo frente a sus ojos. Mire, observe. Detenga su marcha agitada por unos segundos para comprender la lógica filesca y los carteles indicadores. Y ya que está, si no lo conoce, apréndase el recorrido. No pregunte si lo lleva a Once cuando el cartel dice claramente "Plaza Miserere". Ah, ¿no sabía que Once es Plaza Miserere? Edúquese, no obligue a los demás a tener que explicarle lo obvio ni demore al chofer o al resto de los pasajeros preguntándole si lo deja en tal o cual lugar. En el caso de que se sienta demasiado perdido, entre a un cibercafé y busque direcciones en ComoViajo.com (si la página funciona, claro), no sea rata y gaste un peso en evitar incomodidades al resto de la humanidad. Si la Internet le es un misterio indescifrable, ¿nunca oyó hablar de la Guía T? Es muy práctica y lo lleva por toda la Capital y el Conurbano bonaerense. Una excelente inversión. Por último, si usted es de esas personas desconsideradas que se cree demasiado bueno para entrar a un locutorio o llevar la guía en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, entonces viaje en tren o en subte y va a aprender a valorar la educación de la gente bien que viaja en colectivo por el bienestar del medio ambiente y la descongestión de las calles porteñas. La única excepción a esta regla es que le haya sufrido una conmoción cerebral con pérdida temporaria de la memoria y no recuerde ninguna de estas reglas ni los recorridos de los colectivos pertinentes. En ese particular, ponga cara de perdido inspirado en el gato con botas de Shrek y acérquese a la primera persona parada en la fila que, por ser primero, es el receptor de todas las consultas de forma indelegable. Tanto es así que si alguien consulta a un pasajero de atrás debe informarle que es su deber proveer la respuesta o bien expulsar de la fila al respondiente para que quede primero para el próximo colectivo y pueda así responder todas las preguntas que se le presenten.

Esto es todo por hoy, quédese cerca para la próxima lección.
¡Buen viaje!